Me mire en el espejo, observe mis alas quemadas, como si el sol esta vez no hubiera tenido piedad de mÃ.
Habia pasado tanto tiempo desde que me vi por última vez.
Ya no recordaba cómo hacer una sonrisa, ni sabÃa el porqué de esas lÃneas marcaban mi rostro de esa forma.
No podÃa recordarme de otra forma, en que momento deje de ser yo para convertirme en este triste espectáculo de la vida.
En algún momento me creà más fuerte, con más vida, pero eso habÃa sido hace muchos años.
Recordé, de pronto, que muchas veces me habÃa observado en el espejo, y encontrado esas mismas huellas de tristeza.
Pero hoy habÃa algo distinto, mis alas estaban quemadas, las mismas que me habÃan ayudado a incorporarme tantas veces.
Esas alas que me llevaron a renacer tantas veces como me fue posible, hoy solo eran en un manojo de cenizas.
Es que quizás habÃa llegado , el ocaso del ave fénix.